¿Por qué es importante fortalecer los acueductos veredales del Oriente Antioqueño?

Consuelo Montoya, de Corporación CEAM y
experta en fortalecimiento de acueductos veredales.
Foto: Tatiana Rodríguez / WWF-Colombia. 
Para el proceso de Custodia del Agua, desde sus inicios, el agua potable y saneamiento básico ha constituido un tema central, más aún cuando representantes de algunos acueductos veredales del Oriente Antioqueño han hecho parte de esta iniciativa, desde el principio. Así lo cuenta Consuelo Montoya, representante legal de la Corporación CEAM y miembro del Proyecto Estratégico Regional -PER-.“El abastecimiento de agua potable para las comunidades es una prioridad en el territorio sobre cualquier otra actividad; además, está protegida por la Constitución Política de 1991 y la ley y está directamente ligada con la custodia de este recurso”.

Acueductos en el Oriente Antioqueño: territorio de contrastes
Existen tanto distintas demandas como conflictos por el uso del agua en el Oriente Antioqueño. Por un lado, están las generadoras de energía, la agroindustria, la ganadería, sectores que requieren agua para sus actividades productivas; y, por el otro, están los acueductos comunitarios que se encargan, en la mayoría de los casos, de proporcionarla para los hogares.

Sobre ello, Consuelo Montoya considera que “las comunidades que administran las juntas de agua tienen varias preocupaciones: por un lado, el tema de servicios públicos en Colombia tiene unas reglamentaciones muy específicas y exigentes, pues se trata de agua para consumo humano y, en Colombia, los estándares legales están muy altos con relación a la realidad rural”. El problema se complejiza, porque “además de sentir el rigor de la ley con todas sus exigencias, estas juntas administraras comunitarias ven como competidores a otros actores con mucha más capacidad económica… sobre todo, en los sectores donde hay un proceso de urbanización o de industrialización”.

Gloria Ofir Iral, profesional especializada y coordinadora del Grupo de Recurso Hídrico de la Subdirección de Recursos Naturales de Cornare, cree que puede ser más complejo el cumplimiento de las obligaciones de una organización comunitaria sin ánimo de lucro, frente a los que tienen una empresa de servicios públicos para operar ese sistema. “En ese sentido, sí somos mucho más exigentes con esos acueductos que son empresas de servicios públicos, porque tienen toda la capacidad administrativa, financiera, de gestión. Ya con las organizaciones comunitarias siempre hemos considerado que tienen muchas falencias”.

Por eso, por ejemplo, Cornare entrega a estas organizaciones formatos más fáciles de diligenciar para la formulación del Programa de Uso Eficiente y Ahorro del Agua -también llamado “plan quinquenal”-, una exigencia de la Ley 373 de 1997 para todos los prestadores del servicio de acueducto y, en general, a grandes usuarios del recurso hídrico. Y ha establecido precios diferenciales en los análisis de agua que realiza el laboratorio de Cornare y en otros trámites de ley, como los de concesión de agua y del plan quinquenal. A este momento, por cada trámite se cobra el 10 % de un salario mínimo.

Reconocimiento de las diferencias
En el Oriente Antioqueño, como en muchas otras regiones de Colombia, existen diferentes tipos de acueductos, situación ligada a la concentración de viviendas que haya -o no- en zonas específicas. En el territorio existen acueductos veredales muy sofisticados; por ejemplo, los que está alrededor de la autopista Medellín-Bogotá, en las zonas industriales, como algunos de Guarne, Marinilla y Rionegro. Estos tienen una demanda altísima de componentes urbanos e industriales. Pero la gran mayoría de acueductos transitan todavía en la ruralidad con múltiples demandas sobre el recurso. Es el caso de corredores suburbanos como los de Marinilla-El Peñol o El Peñol-Guatapé, donde se mezclan actividades como los viveros, el turismo y la recreación. También están los más rurales, dedicados especialmente a prestar servicio de agua para consumo humano.

Para Consuelo Montoya hablar de fortalecimiento empieza por reconocer “que los acueductos están en diferentes escalas”. Y explica: “no es lo mismo un grupo de personas a las cuales el acceso a la educación ha sido bajo, donde las dinámicas del territorio tienen características de mayor y más profunda ruralidad, frente a otros que tienen una oferta institucional y educativa amplia, con diversidad de actividades económicas y unas dinámicas urbanas más intensas. Esto también se refleja en la capacidad de pago de la gente. Aquel en la ruralidad extrema no podrá pagar lo mismo que quien trabaja en una fábrica, por ejemplo”.

Esas características hacen del fortalecimiento de los acueductos veredales, una prioridad. En ello también coincide Gloria Ofir Iral, quien considera que “hay una prioridad que es el abastecimiento humano, colectivo. Esas organizaciones están contribuyendo a que el Estado cumpla con la prestación del servicio público de acueducto y, en algunos casos también, de alcantarillado, y para nosotros es también prioridad apoyar su gestión”.

Y agrega: “viendo esa marcada diferencia, es fundamental que continuemos con la tarea de fortalecer estas organizaciones, empezando por las que presentan más falencias, para que tengan una mejor administración, un mejor conocimiento de su sistema, de qué es lo que pueden aprovechar en la cuenca donde están habitando, cuáles son las vulnerabilidades de esa cuenca; estamos con muchas dificultades en la parte de mapas de riesgos y de estos planes de contingencia. La gente cree que todo el tiempo va a tener su fuente de agua en las mismas condiciones y que no hay amenazas. Pero sí las hay, empezando por que los predios pueden cambiar de dueño de la noche a la mañana”.

Fortalecimiento y asociatividad
Mejorar las capacidades de los acueductos veredales involucra también un ejercicio de autonomía de muchas comunidades, reconoce Montoya, donde se ve al agua como un recurso propio que la comunidad quiere administrar, poniendo sus capacidades en ello y con una posición diferente a la del sector privado. Para ella, es necesario incorporar una visión empresarial que permita mayor organización administrativa y mejor gestión, todo, en el marco de la ley. Pero sin olvidar que se trata de “un proceso de formación y acompañamiento técnico, cuyo principal responsable es cada uno de los municipios. Allí también entran otras entidades como la Seccional de Salud de Antioquia, la Oficina de Servicios Públicos del departamento, CORNARE y la Superintendencia de Servicios Públicos”.

Para empresas como ISAGEN, el fortalecimiento de los acueductos veredales también es importante en su trabajo de gestión ambiental. Así lo expresa Martha Lucía Orozco, profesional ambiental de la compañía: “En ISAGEN entendemos que el cuidado del agua es una responsabilidad global. Entonces vemos que el fortalecimiento de los acueductos veredales es importante y buscamos que, desde el entendimiento básico del funcionamiento de un sistema de acueducto y de su administración, las comunidades logren generar sentido de pertenencia con sus acueductos, con el fin de darle un uso racional al recurso hídrico”.

Por ello, desde 2008, ISAGEN, en convenio con la Corporación CEAM, ha venido trabajando estos temas con comunidades, en sus diferentes áreas de influencia, apoyando iniciativas de fortalecimiento administrativo de las juntas de agua. Para lograrlo, se ha implementado la metodología “Gota de Agua”. Asimismo, también ha venido trabajando con Cornare en labores más enfocadas a la protección de cuencas, bajo el mecanismo de pago por servicios ambientales, con el programa “Banco2”, en donde también se busca priorizar microcuencas abastecedoras de acueductos veredales.

Otra prioridad para el proceso de Custodia del Agua es promover la asociatividad entre los acueductos veredales de cada municipio. Ello implica muchas ventajas para estas organizaciones comunitarias que se fortalecen al unirse. Según Consuelo, la asociatividad municipal ha ido avanzando. “Hay asociación de acueductos veredales en San Vicente, en Guarne y, producto del trabajo que hicimos con Custodia del Agua, se dinamizó la asociatividad de El Peñol. Marinilla también la tiene, mientras que en Rionegro hay dos asociaciones”. Sin duda, este panorama proyecta muy buenas perspectivas para el agua potable y saneamiento básico en la región.

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