¿Por qué es importante fortalecer los acueductos veredales del Oriente Antioqueño?
Consuelo Montoya, de Corporación CEAM y experta en fortalecimiento de acueductos veredales. Foto: Tatiana Rodríguez / WWF-Colombia. |
Acueductos en el Oriente Antioqueño:
territorio de contrastes
Existen tanto distintas demandas como conflictos por el uso del agua en
el Oriente Antioqueño. Por un lado, están las generadoras de energía, la
agroindustria, la ganadería, sectores que requieren agua para sus actividades
productivas; y, por el otro, están los acueductos comunitarios que se encargan,
en la mayoría de los casos, de proporcionarla para los hogares.
Sobre ello, Consuelo Montoya considera que “las comunidades que
administran las juntas de agua tienen varias preocupaciones: por un lado, el
tema de servicios públicos en Colombia tiene unas reglamentaciones muy
específicas y exigentes, pues se trata de agua para consumo humano y, en
Colombia, los estándares legales están muy altos con relación a la realidad
rural”. El problema se complejiza, porque “además de sentir el rigor de la ley
con todas sus exigencias, estas juntas administraras comunitarias ven como
competidores a otros actores con mucha más capacidad económica… sobre todo, en
los sectores donde hay un proceso de urbanización o de industrialización”.
Gloria
Ofir Iral, profesional especializada y coordinadora del Grupo de Recurso
Hídrico de la Subdirección de Recursos Naturales de Cornare, cree que puede ser
más complejo el cumplimiento de las obligaciones de una organización
comunitaria sin ánimo de lucro, frente a los que tienen una empresa de
servicios públicos para operar ese sistema. “En ese sentido, sí somos mucho más
exigentes con esos acueductos que son empresas de servicios públicos, porque
tienen toda la capacidad administrativa, financiera, de gestión. Ya con las
organizaciones comunitarias siempre hemos considerado que tienen muchas
falencias”.
Por
eso, por ejemplo, Cornare entrega a estas organizaciones formatos más fáciles
de diligenciar para la formulación del Programa de Uso Eficiente y Ahorro del
Agua -también llamado “plan quinquenal”-, una exigencia de la Ley 373 de 1997 para todos los prestadores del servicio de acueducto y, en
general, a grandes usuarios del recurso hídrico. Y ha establecido precios
diferenciales en los análisis de agua que realiza el laboratorio de Cornare y
en otros trámites de ley, como los de concesión de agua y del plan quinquenal.
A este momento, por cada trámite se cobra el 10 % de un salario mínimo.
Reconocimiento de las diferencias
En
el Oriente Antioqueño, como en muchas otras regiones de Colombia, existen
diferentes tipos de acueductos, situación ligada a la concentración de
viviendas que haya -o no- en zonas específicas. En el territorio existen acueductos veredales muy sofisticados; por ejemplo, los que está
alrededor de la autopista Medellín-Bogotá, en las zonas industriales, como
algunos de Guarne, Marinilla y Rionegro. Estos tienen una demanda altísima de
componentes urbanos e industriales. Pero la gran mayoría de acueductos
transitan todavía en la ruralidad con múltiples demandas sobre el recurso. Es
el caso de corredores suburbanos como los de Marinilla-El Peñol o El
Peñol-Guatapé, donde se mezclan actividades como los viveros, el turismo y la
recreación. También están los más rurales, dedicados especialmente a prestar
servicio de agua para consumo humano.
Para Consuelo Montoya hablar de fortalecimiento empieza por reconocer “que
los acueductos están en diferentes escalas”. Y explica: “no es lo mismo un grupo de personas a las cuales el acceso a la
educación ha sido bajo, donde las dinámicas del territorio tienen características
de mayor y más profunda ruralidad, frente
a otros que tienen una oferta institucional y educativa amplia, con
diversidad de actividades económicas y unas dinámicas urbanas más intensas. Esto también se refleja en la capacidad de
pago de la gente. Aquel en la ruralidad extrema no podrá pagar lo mismo que
quien trabaja en una fábrica, por ejemplo”.
Esas características hacen del fortalecimiento de los acueductos
veredales, una prioridad. En ello también coincide Gloria Ofir Iral, quien
considera que “hay una prioridad que es el abastecimiento humano, colectivo. Esas organizaciones están contribuyendo a
que el Estado cumpla con la prestación del servicio público de acueducto y,
en algunos casos también, de alcantarillado, y para nosotros es también
prioridad apoyar su gestión”.
Y
agrega: “viendo esa marcada diferencia, es fundamental que continuemos con la
tarea de fortalecer estas organizaciones, empezando por las que presentan más
falencias, para que tengan una mejor administración, un mejor conocimiento de
su sistema, de qué es lo que pueden aprovechar en la cuenca donde están
habitando, cuáles son las vulnerabilidades de esa cuenca; estamos con muchas dificultades
en la parte de mapas de riesgos y de estos planes de contingencia. La gente
cree que todo el tiempo va a tener su fuente de agua en las mismas condiciones
y que no hay amenazas. Pero sí las hay, empezando por que los predios pueden
cambiar de dueño de la noche a la mañana”.
Fortalecimiento y asociatividad
Mejorar las capacidades de los acueductos veredales involucra también un
ejercicio de autonomía de muchas comunidades, reconoce Montoya, donde se ve al
agua como un recurso propio que la comunidad quiere administrar, poniendo sus
capacidades en ello y con una posición diferente a la del sector privado. Para
ella, es necesario incorporar una visión empresarial que permita mayor
organización administrativa y mejor gestión, todo, en el marco de la ley. Pero
sin olvidar que se trata de “un proceso de formación y acompañamiento técnico,
cuyo principal responsable es cada uno de los municipios. Allí también entran
otras entidades como la Seccional de Salud de Antioquia, la Oficina de Servicios
Públicos del departamento, CORNARE y la Superintendencia de Servicios Públicos”.
Para empresas como ISAGEN, el fortalecimiento de los acueductos
veredales también es importante en su trabajo de gestión ambiental. Así lo
expresa Martha Lucía Orozco, profesional ambiental de la compañía: “En ISAGEN entendemos
que el cuidado del agua es una
responsabilidad global. Entonces vemos que el fortalecimiento de los
acueductos veredales es importante y buscamos
que, desde el entendimiento básico del funcionamiento de un sistema de acueducto
y de su administración, las comunidades logren generar sentido de pertenencia
con sus acueductos, con el fin de darle un uso racional al recurso hídrico”.
Por ello, desde 2008, ISAGEN, en convenio con la
Corporación CEAM, ha venido trabajando estos temas con comunidades, en sus diferentes
áreas de influencia, apoyando iniciativas de fortalecimiento administrativo de las
juntas de agua. Para lograrlo, se ha implementado la metodología “Gota de Agua”.
Asimismo, también ha venido trabajando con Cornare en labores más enfocadas a
la protección de cuencas, bajo el mecanismo de pago por servicios ambientales,
con el programa “Banco2”, en donde también se busca priorizar microcuencas
abastecedoras de acueductos veredales.
Otra prioridad para el proceso de Custodia del Agua es promover la
asociatividad entre los acueductos veredales de cada municipio. Ello implica
muchas ventajas para estas organizaciones comunitarias que se fortalecen al unirse.
Según Consuelo, la asociatividad municipal ha ido avanzando. “Hay asociación de
acueductos veredales en San Vicente, en Guarne y, producto del trabajo que
hicimos con Custodia del Agua, se dinamizó la asociatividad de El Peñol.
Marinilla también la tiene, mientras que en Rionegro hay dos asociaciones”. Sin
duda, este panorama proyecta muy buenas perspectivas para el agua potable y
saneamiento básico en la región.
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